Qué significa tener 35 años
Tener 35 años se siente como estar en medio de una sala llena de puertas. Algunas están cerradas, otras entreabiertas, y hay un par que claramente ya se cerraron con un portazo definitivo. Y una se queda ahí, parada, preguntándose si ya eligió bien. Si alguna de las puertas que dejó atrás era la correcta.
Es una edad en la que el tiempo empieza a sentirse más tangible. Como si antes el futuro fuera una cosa infinita, elástica, y ahora tuviera bordes. No necesariamente límites… pero sí contornos más claros.
A los 35 ya no sos la promesa. No sos “la que va a llegar lejos algún día”. Sos la que está llegando… o se supone que ya llegó. Y si no sentís que lo hiciste, duele. Porque nadie te preparó para la posibilidad de no encajar en los tiempos “esperados”.
También es una edad en la que empezás a ver con más nitidez todo lo que no sos. No sos madre. No sos esposa. No sos famosa. No sos millonaria. No sos todo eso que a los 20 pensabas que ibas a ser a esta edad. Y aunque sabés que no tenés por qué serlo, hay días en que igual pesa. Frustra.
Pero también… tener 35 es saber cosas que antes no sabías. Saber qué personas ya no valen tu energía. Saber que podés empezar de cero y no se acaba el mundo. Saber que tu valor no está en cuántas cosas lográs, sino en cómo te tratás mientras lo intentás.
Tener 35 es también aprender a vivir con preguntas sin respuestas. A hacer las paces con tus contradicciones. A no explicarte tanto. A cuidar tu energía como algo sagrado.
Y a veces, tener 35 es mirar a tu yo de 25 y abrazarla fuerte. Decirle: “No lo sabías, pero ibas a sobrevivir todo eso. Y más.”